Una gran parte de cada día me siento detenida en el tiempo y el espacio... es como si una fuerza o motivación interna tomara y poseyera cada parte de mi ser, pasando por mi cuerpo como una especie de scanner, anestesiando mis pies, mis piernas, mi espalda, mi cabeza, mi cara y especialmente mis ojos, los que se fijan en un punto que no tiene fin. Así, mi entorno, mi objeto me rodea, emite sonidos, distintas luces, distintos colores, emite movimientos, cosas que no soy capaz de ver, o que (ahora que lo pienso) tal vez, simplemente no quiero observar ni escuchar. Además de esto, me gusta el silencio (aunque la mayor parte de las veces me cueste sobrellevarlo de una manera óptima), debo confesar que le tengo bastante aprecio.
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Sin ir mas lejos, en un día cercano a hoy, sentada en una comoda silla de playa alrededor de una pequeña y acogedora mesa de vidrio, oía la conversación entre dos personas que parecían ser bastante compatibles en cuanto a gustos y temas de interés. No sé bien de que hablaban, recuerdo pocos temas en específico, me pareció que creían que yo estaba concentrada escuchándolos (esto lo puedo inferir porque sentía que sus miradas se posaban sobre mí en bastantes ocasiones, e incluso intentaban pelearse mi atención tocandome el brazo para que los mirara), pero a decir verdad, mi mente estaba en otro lugar, procesando e imaginando. ¿Cuál es la necesidad que tenemos los seres humanos de hablar a mil por hora y no procesar cada palabra, cada gesto, cada tono de voz, cada movimiento? ¿Cuál es el apuro?. Esto me lo pregunto bastante, sobre todo cuando estoy en medio de una conversación sobre la que me da la impresión de que ambos emisores y receptores quieren ser más y demostrar saber más y comienzan a bombardearse el uno al otro de una manera realmente impresionante, sin detenerse, sin tranquilizarse... da la impresión que no están completamente preocupados de la información que entregan, menos aún de la que reciben, pero sobre todo, no estan preocupados ni de el otro, ni de ellos mismos.
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Como sea, no tengo más ánimos ni quiero sacar más fuerzas para escribir.
Quedan dos horas para que termine el día, y me limitaré a seguir pensando detenida en el tiempo y en el espacio, mientras a mi alrededor ocurran cosas que estoy segura no serán agradables de ver, escuchar, ni sentir... quizas ese par de horas, se conviertan en mucho más que eso.
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Sin ir mas lejos, en un día cercano a hoy, sentada en una comoda silla de playa alrededor de una pequeña y acogedora mesa de vidrio, oía la conversación entre dos personas que parecían ser bastante compatibles en cuanto a gustos y temas de interés. No sé bien de que hablaban, recuerdo pocos temas en específico, me pareció que creían que yo estaba concentrada escuchándolos (esto lo puedo inferir porque sentía que sus miradas se posaban sobre mí en bastantes ocasiones, e incluso intentaban pelearse mi atención tocandome el brazo para que los mirara), pero a decir verdad, mi mente estaba en otro lugar, procesando e imaginando. ¿Cuál es la necesidad que tenemos los seres humanos de hablar a mil por hora y no procesar cada palabra, cada gesto, cada tono de voz, cada movimiento? ¿Cuál es el apuro?. Esto me lo pregunto bastante, sobre todo cuando estoy en medio de una conversación sobre la que me da la impresión de que ambos emisores y receptores quieren ser más y demostrar saber más y comienzan a bombardearse el uno al otro de una manera realmente impresionante, sin detenerse, sin tranquilizarse... da la impresión que no están completamente preocupados de la información que entregan, menos aún de la que reciben, pero sobre todo, no estan preocupados ni de el otro, ni de ellos mismos.
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Como sea, no tengo más ánimos ni quiero sacar más fuerzas para escribir.
Quedan dos horas para que termine el día, y me limitaré a seguir pensando detenida en el tiempo y en el espacio, mientras a mi alrededor ocurran cosas que estoy segura no serán agradables de ver, escuchar, ni sentir... quizas ese par de horas, se conviertan en mucho más que eso.